¿Crees que tu hija ha sufrido algún tipo de abuso sexual?
¿Tiene comportamientos “raros” en casa y no te cuenta nada?
¿Sientes que su conducta está hipersexualizada? ¿Se aísla?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS)- octubre 2001
“Se considera abuso sexual infantil a involucrar al niño en actividades sexuales que no llega a comprender totalmente, a las cuales no está en condiciones de dar consentimiento informado, o para las cuales está evolutivamente inmaduro y tampoco puede dar consentimiento, o en actividades sexuales que trasgreden las leyes o las restricciones sociales.
El abuso sexual infantil se manifiesta en actividades entre un niño/a y un adulto/a, o entre un niño/a y otro/a que, por su edad o por su desarrollo, se encuentra en posición de responsabilidad, confianza o poder. Estas actividades -cuyo fin es gratificar o satisfacer las necesidades de la otra persona- abarcan, pero no se limitan a: la inducción a que un niño/a se involucre en cualquier tipo de actividad sexual ilegal, la explotación de niños/as a través de la prostitución o de otras formas de prácticas sexuales ilegales y la explotación de niños/as en la producción de materiales y exhibiciones pornográficas”.
Es importante destacar que para que ocurran actos abusivos NO es necesario el contacto físico ni que haya penetración.
Tres elementos caracterizan los comportamientos abusivos y la diferencia de aquellos comportamientos no abusivos:
Pueden mostrar sintomatología significativa en diferentes áreas, por ejemplo:
– A nivel cognitivo, pueden comenzar a mostrar dificultades de atención y concentración, estar habitualmente distraídos, perder el interés por temas escolares.
– Apego y regulación emocional.
– Conductas de retraimiento o aislamiento.
– Sintomatología física, como dolores estomacales o de cabeza habituales cuando anteriormente no se daban.
– Irritaciones o infecciones genitales.
– Dificultades en las relaciones sociales y personales.
– Alteraciones en la autopercepción.
– Es muy importante favorecer un entorno afectivo familiar seguro, que crezcan sintiéndose seguros y valiosos, es decir, con una buena autoestima.
– Mostrar interés por sus gustos, aficiones y amigos, procurar compartir juntos tiempos de calidad, es desde donde se favorece la comunicación y la confianza.
– Conocer y controlar el acceso a información y contenidos adecuados o inadecuados, especialmente a través de internet, redes sociales o aplicaciones móviles.
– Es importante y clave en la prevención la enseñanza a los niños y niñas de nombrar sus genitales de forma correcta, pene y vulva; también transmitirles que hay partes de su cuerpo que son privadas, que su cuerpo es suyo y que ellos deciden sobre él.
– Enseñarles a establecer límites, nuestros hijos e hijas deben tener claro que nadie puede tocar sus partes íntimas, ni pedirles que toquen las de otros
– Transmitir desde pequeños que los secretos se pueden compartir con vosotros, en confianza, que sientan que no tendrán consecuencias negativas (castigos, gritos, etc.) si os cuentan un secreto sobre algo que les avergüence, que tenga que ver con su cuerpo o cuestiones relacionadas con temas sexuales.
NO todos los comportamientos sexuales de los que pudiera haber sido objeto un niño o una niña producirá efectos traumáticos. Éstos dependerán de la comprensión y del significado que atribuya a los comportamientos, atributos que pueden modificarse durante el proceso evolutivo.
En psicoterapia hablamos de Trauma Psíquico como la herida emocional resultante del SILENCIO, de negar e intentar olvidar.
Por eso debemos -como padres, como profesionales, como sociedad, como adultos: ofrecer una adecuada respuesta desde la comprensión, el amor y el respeto, mostrándonos cercanos para que puedan en un clima de confianza, solicitar ayuda para compartir y explicitar sus experiencias
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