¿Crees que los continuos dolores de estómago, de cabeza o malestares físicos que presenta tu hijo o hija, son “llamadas de atención” o, por el contrario, que se exigen mucho a sí mismos?
Puede ser que sea así, puede ser que su cuerpo realmente esté llamando su atención sobre que necesita aprender a resolver otros malestares emocionales. La angustia y ansiedad si no se resuelven y se mantienen en el tiempo pueden terminar generando respuestas físicas.
Se define como trastorno psicosomático aquel disturbio somático, pasajero o permanente, en cuya génesis interviene un trastorno psicológico presente o pasado y que pone en evidencia organizaciones psicológicas precoces.
En los trastornos psicosomáticos también interfieren aspectos madurativos, así, por ejemplo, un niño pequeño en edad escolar tiene procesos de pensamiento concreto y quizás por ello no puede comprender que su dolor abdominal es consecuencia de la burla que ha sufrido de sus compañeros. Los adolescentes se vuelven más introspectivos y refieren más síntomas físicos, se piensa que la falta de continuidad en el entorno adolescente (hogar, escuela y compañeros) facilita que tenga autoapreciaciones negativas y mayor agudeza para percibir sensaciones corporales.
Esta dificultad para la expresión verbal de las emociones en la infancia, fruto de la inmadurez cognitiva y de la limitación de vocabulario, está considerada como uno de los factores que subyacen a la comunicación del malestar emocional a través de síntomas físicos.
Desde TWC consideramos la génesis del padecimiento psicosomático como una falla de un proceso denominado “proceso de mentalización”, que se alcanzaría al inicio de la adolescencia y que permitiría la toma de conciencia (cognición y procesos mentales asociados) de los sentimientos, instintos y fantasías de la persona. La no percepción de estos sentimientos provocaría que el adolescente funcionara psicológicamente, sin diferenciación mente-cuerpo, con lo que cualquier acontecimiento estresor se manifestaría directamente a través del cuerpo, más que en variaciones del estado de ánimo.
Entre los factores de personalidad que se han descrito en los niños con trastornos psicosomáticos se han descrito: perfeccionismo, altas expectativas personales, autosuficiencia, hiperresponsabilidad, «buenos en todo», que tienden a negar sus ansiedades, con familias felices sin problemas aparentes, donde los conflictos también son negados o relegados.
El tipo de funcionamiento mental de los padres, y su manera de vincularse, inciden directamente en la constitución del preconsciente del niño y, en consecuencia, en su posibilidad de tramitación mental de los impulsos. Así, hay familias que siguen privilegiando el lenguaje corporal, atendiendo más a la necesidad que al deseo. Son excelentes cuidadores, pero fallan en la captación emocional empática del niño. En ocasiones puede suceder que el par dialéctico “amar-ser amado” sea reemplazado por otro: “estar enfermo-ser asistido”. En esos casos, la enfermedad orgánica tiene un gran poder convocante y una función aglutinante de los vínculos.
Los modelos de interacción en familias con perturbaciones psicosomáticas describen varias características disfuncionales comunes:
Entre las manifestaciones psicosomáticas más frecuentes en los niños y adolescentes encontramos:
Las alteraciones psicosomáticas de la primera infancia deben considerarse como probables signos precoces de futuras perturbaciones. Su descubrimiento y tratamiento son esenciales de cara al enfoque preventivo.
El paciente psicosomático infantil es inicialmente atendido en la mayoría de las ocasiones por el pediatra en una Consulta externa de Hospital, en un Centro de Atención Primaria o en una Consulta privada. En las primeras visitas estos pacientes pasan fácilmente desapercibidos, principalmente porque la formación del propio pediatra le induce subliminalmente a ir siempre en búsqueda de una causa física conocida. Con el conocimiento del paciente y ante la insuficiente respuesta terapéutica, el pediatra va a empezar a sospechar de una causa no exclusivamente biológica. Este es el momento de pedir ayuda profesional e iniciar una intervención de tipo psicológico.
La intervención terapéutica en los procesos psicosomáticos de la infancia y la adolescencia no es sencilla. Precisa formación adecuada y experiencia clínica. Los psicólogos especialistas de UNO Psicólogos cuentan con amplia experiencia clínica, con las habilidades y conocimientos necesarios en los procesos clínicos y sus diferentes formas de presentación. A través de las diferentes técnicas y métodos clínicos los pacientes con trastornos psicosomáticos se beneficiarán de la psicoterapia, llegando a solucionar el conflicto y aprendiendo maneras más eficaces de afrontar las situaciones de tensión y a reducir la ansiedad.
Nuestros psicólogos especialistas diseñarán un tratamiento orientado a explicar al paciente la naturaleza de sus molestias comprometiéndose con el paciente a contribuir a un mejor funcionamiento psicosocial mediante el control y la limitación del trastorno.
A lo largo del tratamiento psicológico se emplearán técnicas de Biofeedback o técnicas de retroalimentación orientadas a hacer consciente al paciente de sus propios procesos a través de la instrumentación mecánica para que pueda controlarlos, y emplearlo en situaciones de reacción al estrés y trastornos asociados a él. Igualmente, el entrenamiento autógeno permitirá al paciente el aprendizaje del autocontrol del propio cuerpo y de sus funciones.
El manejo de la ansiedad con técnicas que actúan directamente sobre el organismo es uno de nuestros objetivos en el tratamiento de los trastornos psicosomáticos, siendo la relajación, la técnica de inoculación de estrés, la desensibilización sistemática y el entrenamiento asertivo las técnicas más eficaces.
En algunos casos en que la problemática familiar está muy comprometida, el abordaje familiar se hace necesario. Contar con la familia para el trabajo terapéutico hace que el pronóstico sea con mayor probabilidad favorable.
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