Transiciones

La vida es un proceso continuo que conlleva momentos de calma, así como otros momentos de crisis o cambios.  A veces nos cuesta adaptarnos a cambios evolutivos y madurativos, o a nuevas situaciones personales, sociales, afectivas…  

Esto puede afectar especialmente a los niños y niñas o adolescentes, quienes a menudo sienten miedo o resistencia a los cambios, o aún no disponen de algunas herramientas emocionales para afrontarlos. 

¿Qué son las Transiciones?

Las transiciones son los acontecimientos y/o procesos clave que ocurren en períodos o coyunturas específicos a lo largo del curso de la vida. Suelen estar vinculados con cambios que se producen en el aspecto, las actividades, la condición, los roles y las relaciones de una persona, además de las transformaciones relacionadas con el uso del espacio físico y social y/o las modificaciones condicionadas por la cultura y modificaciones que tienen que ver con cambios de ambiente. 

A menudo requieren ajustes psicosociales y culturales significativos, con dimensiones cognitivas, sociales y emocionales, que dependen de la naturaleza y las causas de la transición, de la vulnerabilidad o resiliencia de los individuos afectados y de los grados de cambio y continuidad implicados en las experiencias vividas.

 

 

En los primeros ocho años de vida, los niños se enfrentan a muchos cambios importantes relacionados con los diferentes centros de aprendizaje, grupos sociales, roles y expectativas. Su capacidad de adaptarse a un ambiente tan dinámico y en constante evolución afecta directamente a su sentido de la propia identidad y condición dentro de los entornos en los que se desarrolla a corto y largo plazo. 

 

En particular, los momentos decisivos de mayor repercusión en la vida de los niños, como el hecho de “pasar” del jardín de infancia a la escuela primaria o de someterse a específicos ritos de paso propios de la cultura, representan desafíos y oportunidades para el aprendizaje y el crecimiento en múltiples niveles. Un divorcio, un cambio de colegio, cambio de barrio o ciudad, o simplemente un cambio de actividad o asumir ciertas responsabilidades como recoger los juguetes constituyen algunas de las situaciones que pueden generar dificultades en el día a día y en la adaptación de nuestros hijos.

 

 

La adolescencia es una de las transiciones que se producen a lo largo del ciclo vital, siendo una etapa de muchas contradicciones sociales proyectándose sobre el individuo cargado de demandas y tensiones y produciéndose en algunos casos con escaso apoyo social. Por tanto, la adolescencia es una transición de incuestionable importancia en la que el adolescente está en un proceso cargado de polaridad, donde habrá elementos del pasado que se mantengan y elementos nuevos que aparecerán y habrá que construir. 

 

Se trata de una etapa de balance entre lo nuevo y lo que permanece, entro lo que asegura la continuidad de lo que es hasta este momento y las posibilidades de desarrollo y transformación con las que cuenta el adolescente.

Tipos de Transiciones

El desarrollo infanto-juvenil es concebido como un proceso natural y universal de transformaciones progresivas (o etapas) en las competencias físicas, mentales, cognitivas, socioemocionales y morales.  Estas transformaciones son impulsadas por las interacciones entre los procesos de maduración y la progresiva estructuración y restructuración, por parte de los niños, de sus propias experiencias, a medida que van adquiriendo gradualmente capacidades más sofisticadas de pensar y razonar.

Transiciones Verticales

Pueden ser concebidas como cambios clave de un estado o condición a otro, frecuentemente unidos a desplazamientos “hacia arriba” y están asociadas a las etapas evolutivas (p. ej. Del jardín de infancia a la escuela primaria, de ésta a la secundaria, etc.). En la primera infancia los niños transitan por distintas etapas del desarrollo:  la etapa que va desde el nacimiento hasta que el niño/a comienza a caminar, el período que va del año hasta los dos o tres años, y la etapa del niño/a preescolar que va de los tres a los cinco ó seis años. La transición de una etapa a otra está marcada por hitos, generalmente hitos del desarrollo físico, pero también son acompañados con hitos en el desarrollo cognitivo y socioemocional. A medida que el niño/a va alcanzando las distintas etapas, va adquiriendo habilidades y competencias y un nivel de desarrollo mental y socio emocional más elaborado.

Transiciones horizontales

Tienen que ver con los movimientos que el niño o adolescente efectúa de manera rutinaria entre varias esferas o dominios de su vida (p. ej. Los traslados cotidianos del hogar a la escuela o de un ambiente de cuidado a otro). Están vinculadas al aprendizaje sociocultural y con las diversas maneras en que los cuidadores y las comunidades permiten que los niños lleguen a adquirir y dominar un comportamiento admitido y apreciado por su ámbito cultural. Las transiciones son interpretadas como momentos clave dentro del proceso de aprendizaje familiar y sociocultural mediante el cual los niños modifican su conducta en función de los nuevos conocimientos adquiridos a través de la interacción social con su entorno.

Partes de las Transiciones

  • La pre-transición.
  • La transición verbal
  • La pre-advertencia
  • La transición en sí.

En ocasiones las transiciones no se desarrollan satisfactoriamente dando lugar a dificultades en el desarrollo, problemas emocionales y de conducta, y por tanto, una inadecuada adaptación del paciente al momento evolutivo en el que se encuentra. Desde TWC se estudian las circunstancias que circunscriben a cada caso concreto, valorando las capacidades específicas que se han desarrollado o no en las etapas de desarrollo del niño/ adolescente, evaluando cómo éstas han podido afectar al desarrollo posterior y diseñando un plan de intervención orientado a mejorar las dificultades del paciente.

Intervención Psicológica en las Transiciones

Desde TWC nuestros especialistas tienen como objetivo mejorar las condiciones que favorecen los tránsitos en primera infancia y la adolescencia para facilitar el proceso de adaptación de los mismos a lo largo de su desarrollo en los distintos ámbitos en los que se desenvuelven.

 

Consideramos que para una mejor comprensión de los procesos de transición que el niño y/o adolescente experimenta es necesario prestar atención y evaluar su entorno: cómo es la interacción con sus padres, estilos de crianza, aspectos de su desarrollo afectivo (fundamentalmente en lo relativo al apego) desarrollo escolar, las posibilidades de aprendizaje previas brindadas desde el hogar, etc. 

Por ello, estudiamos las transiciones desde diferentes niveles: el niño/a, familia y escuela.

 

 

Respecto al niño o adolescente se valoran sus características de personalidad, que por definir formas particulares de enfrentar relaciones, inciden de manera especial en los procesos de acercamiento y adaptación a nuevos contextos. Igualmente, a aquellas experiencias de vida que por su fuerte carga emocional pueden incidir de manera especial en la adaptación al nuevo entorno.

 

 

En relación con la familia se valoran estilos de crianza, pautas educativas, manejo de situaciones conflictivas, capacidades de regulación emocional, estrategias de afrontamiento empleadas en situaciones de cambio, habilidades de comunicación, etc. Igualmente, se tendrá en cuenta el desarrollo escolar del niño y su grado de adaptación a este entorno para valorar posibles desadaptaciones curriculares, situaciones de riesgo y manejo de las dificultades desde esta área.

 

 

La preparación para la transición es fundamental y evita que los niños entren en “shock” y desadaptaciones conductuales y emocionales. 

Es importante para los niños saber mental y emocionalmente que algo está por venir, necesitan comunicación y prepararlos para la transición. 

Por tanto, se facilitarán a los padres habilidades de comunicación y estrategias para manejar adecuadamente estos cambios del niño y así facilitar que el tránsito se viva de manera segura y confiada.

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