La adolescencia siempre se ha caracterizado por tener unos horarios y ritmos de sueño diferentes a la infancia y también a los adultos.
Esto no es sólo por una cuestión social o de capricho juvenil, tiene una explicación biológica, en la que entran en juego factores como las hormonas y el funcionamiento cerebral.
Se conoce científicamente que su ritmo circadiano, el que marca el ritmo sueño – vigilia, es diferente en esta etapa evolutiva.
La actividad hormonal a la que está sometido el cerebro adolescente no facilita conciliar el sueño hasta avanzada la madrugada, por eso la mayoría trasnochan, en el sentido de quedarse despiertos hasta más tarde, para estudiar o hacer sus cosas y no acostarse hasta pasada la medianoche.
Sus cerebros se activan en las últimas horas del día y, por lo tanto, su franja de sueño se ve afectada, necesitando habitualmente despertar más tarde, para que las fases del sueño No REM y REM cumplan sus funciones reparadoras y de consolidación de aprendizajes (REM).
Es una cuestión biológica, no para llevarnos la contraria.
El tema es que al necesitar dormir y levantarse más tarde, este ritmo biológico evolutivo no está adaptado al sistema social y educativo en el que viven, o más bien al revés, el sistema social y educativo actual no tiene en cuenta esas necesidades puntuales evolutivas, y al final tenemos a los adolescentes, cansados, mal dormidos, irritados y muchas veces con dificultades de atención y concentración… ¿Os suena?.
Beatriz Gómez.